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Cosas de niñ@s

La pequeña de la casa nos sorprende con hábitos que ha aprendido de nosotros casi sin darnos cuenta y que los hace suyos con toda naturalidad… Tales como cepillarse los dientes conmigo por las mañanas (me ve a mi y me pide que le moje su cepillito), o cuelga su abrigo en la percha cuando llega de la guarde. Pero de vez en cuando nos sorprende con alardes de singularidad que hacen que se nos abran mucho los ojos y nos de la risa. Estas son algunas de las locuras que nadie le ha enseñado, pero que la hacen única.

Mas que pintar, borrar en la bañera. Estas ceras de jabón son todo un descubrimiento. Una temporada resistiéndose a bañarse, y con este milagro no hay quien la saque. Luego, al salir, se mira los dedos y los tiene arrugados (la primera vez lloraba como una loca y se los chupaba) Ahora se pinta la barriguilla y los brazos…

El catálogo de Ikea da para mucho mas de lo que parece. Ingredientes: tarde aburrida, tijeras, pegamento en barra y paciencia (esto último lo digo por que o recortas las piezas con antelación o te las quitan de las manos enseguida). Recorta los muebles y demás útiles que aparecen en los catálogos de Ikea y deja que construya su «casita de muñecas». Mi chula le pilló el truco a la barra de pegamento y decía todo el rato «inas» (pegatINAS, para el que no lo pille). Cuando terminó había una sartén dentro de la cama y un pato bebiendo de una taza gigante con una silla dentro. Surrealismo puro!!

En esta foto la pillamos intentando convencer al perro de ponerse dos chupetes. El pobre lo intenta, pero se le caen de la boca (nota: los perros no saben usar chupete). Primero se ponía uno, y luego se metía el otro mientas le decía «vale». Acto seguido le metía uno en la boca , que se caía todo el rato y ella perdía la paciencia por momentos. De la risa que nos dio, ni nos dimos cuenta de que entre el suelo y el perro, los chupetes siempre regresaban a su dueña (puaj!!) Por suerte, esta escena no se ha vuelto a repetir.

Una mañana, antes de salir de viaje, estaba preparando la bolsa de las labores para meterla en la maleta cuando la pillo trasteando con un ovillo y una de mis agujas que había dejado sobre la mesa. Su técnica era la mar de interesante: 1. mete la aguja hasta el fondo del ovillo; 2. lo saca para ver si a enganchado algo; 3. tira de la hebra hasta donde ya no le llega en brazo; 4. gira la muñeca un par de veces y vuelve a meter la aguja en el ovillo. No se vosotros, pero yo nunca he visto una técnica tan sofisticada con dos años. Lo lleva en la sangre!!
Cuando le pregunté que hacía, me contesto «chillo» (ganCHILLO)…

Y por último, el día que su padre le enseñó a meterse en el saco de dormir. Y que decir tiene que nos costó un buen rato sacarle de allí para ir a la cama. Ella ya estaba en la cama!!. Al final salió, y luego lo llenó entero de todos sus muñecos y estirando de una esquina, los paseó por toda la casa. Lo divertido era ver como el perro los perseguía para tumbarse encima del saco en cuando paraban un segundo.

No se si esto es habitual en todos los niños, pero me parece tan genial, que casi me da pena que crezca y deje de sorprendernos algún día. De momento, yo me parto de risa (la mayoría de las veces a escondidas)

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