Después de esta Semana Santa pasada por agua y todas las fiebres, sarpullidos, dolores y afonías, por fin puedo decir que voy a disfrutar de la primavera. Sorprendentemente, este año no parece que la alergia me ataque (que ya sería de coña después de los tres mesecitos que me he pasado encerrada en casa con toda clase e dolencias propias y ajenas). Y como hoy parece que sale el sol, he decidido, por fin , estrenar mis nuevas bailarinas.
Son blancas y están dibujadas a mano. Son muy fáciles de hacer y tenía muchas ganas de hacérmelas hace tiempo. No son perfectas ni son iguales, pero ese es su encanto, que conforme las dibujaba, se me ocurría una cosas distinta. Cada una tiene su personalidad, como los pies, que cada uno pisa como quiere.
Para hacerlas he usado unas bailarinas muy baratitas del Primark y un rotulador permanente, un par de horitas de dibujo alternado con internet, lectura y ganchillo, y un poco de matemáticas aplicadas al curro (que yo también pensaba que las mates no me valdrían para nada en la vida, y mira tu por donde, son la base de mi trabajo ahora. Cosas del diseño gráfico…)