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Días de cestas y rosas


Se supone que el dicho es de «vino y rosas», pero me he tomado la libertad de cambiarlo. Mis últimos días de vacaciones se pasaron volando, pero en el campo siempre me pasa lo mismo. Me relajo y me dejo llevar. Si me hubiera ido a la playa, estaría exprimiendo el sol, el agua a y la arena hasta el último segundo, y hubiera venido deprimida perdida.

Bueno, las vacaciones siempre cargan las pilas, pero además, en mi caso me permiten hacer mis experimentos con un poco mas de tiempo. Ya no es como en invierno que tengo que tejer o coser casi de noche, cuando todos duermen, y antes de acostarme recogerlo todo que mi pequeña no se pinche con nada. Son «labores de un día», que a veces duran mas, y que si duran mucho y son muy grandes, al final se quedan en la bolsa un par de meses. Pero en vacaciones tengo mas tiempo, y si no estamos en nuestra chiqui-casa, seguro que encuentro una sitio donde guardar la labor sin tener que esconderla.
Y luego el verano tiene otras cosas, como que pasa mas tiempo al aire libre (no hay nada mejor que hacer ganchillo debajo de un árbol, a la hora de la siesta y con una ligera brisilla!!!).
Las labores que os muestro en este posta son bien distintas. La primera, mi primera incursión en el mundo de las cestas, es fruto de un paseo por la ribera del Guadarrama, en su paso por Sevilla a la Nueva (que es nuestro tercer pueblo de adopción). Como el entorno es protejido, no se puede visitar en coche ni con vehículos, con lo que es un placer pasear con la niña y el perro, sin motos que te sobresalten. Con un poco de suerte te encuentras una liebre o alguna perdiz, y en primavera hemos visto jabalíes de paseo con sus jabatos.

Pues la cosa es que los animales habías hecho una madriguera en una cepa de mimbre, que se estaba secando. Normalmente no recojo nada del bosque, a no ser que esté en el suelo (como las bellotas, las piñas, o alguna piedra), y menos si es un entorno protegido. Pero como la mitad de la ce estaba seca, me aventuré a cortarle 6 o siete ranitas aún verdes.
De ellas salió esta cestita tan desgarbada, que empezó muy bien, y que al final ya tuve que rematar con hilo, que se me escapaban todos los cabos. 
De esa misma época es el colllar que le acompaña en la foto. Un experimento combinando bolas tejidas que me sobraron del swap del collar de Swaperas Adictas. Quería probar varias técnicas en un solo collar, y a las bolas le sumé un intento de emular a mi querida África con sus anillas tejidas. (me vas a perdonar el atrevimiento, pero la curiosidad me puede nena!!). 
No me gusta mucho el resultado por el tipo de hilo, que al final se despelucha un poco con el roce de la ropa, y la cadeneta de unión, crece (que es algo que me da mucha rábia, argggg!!!)
Y para terminar, dos preciosas rosas (está mal que yo lo diga, pero es que son preciosas) sacadas del Labores de Hogar de junio (creo). Es un patrón muy sencillo, con ligeros cambios a lo Chula, claro!!!

Son dos bonitas rosas para mi amiga Pilar y su mamá, para que las luzcan en las fiestas de su pueblo. Sobre todo en este momento en el que se emprenden en un nuevo rumbo profesional, para que les den mucha suerte.

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