Adoro el otoño. Por su color, por su aroma, sus atardeceres… pero, sobre todo, por las manzanas. Por el olor a manzanas…
Seguramente no sea la fruta más popular del mundo por si sencillez o por las leyendas negras llenas de venenos, serpientes y maldiciones que las acompañan. Pero cultivar manzanos, cuidarlos, ver como florecen y vigilar su lento y pausado madurar quizá sea uno de los mayores placeres de la vida.
Por eso ahora, en este tiempo de manzanas, me gusta compartiros una «receta» nueva. Aquí ya tenéis alguna receta que ya he compartido, como la de mi infusión preferida para dormir. O la del crumbel de manzana o las rodajas de manzana deshidratada para conservar. Tambien en IG podéis encontrar recetas como el brócoli con manzana y bechamel dorada. Para chuparse los dedos, os lo aseguro.
Pero hoy vuelvo a estas paginas con algo distinto, más en consonancia con mi sentir de estos últimos tiempos. Y es que el problema de los residuos y del desperdicio de alimentos es un tema que cada vez me preocupa más. Creo que por eso cada vez hago más recetas de aprovechamiento, más manualidades con materiales reciclados y más segundas vidas a las cosas. Tiempos de crisis y de concienciación supongo.
Y eso es precisamente lo que he elegido para esta carta. Un ambientador natural hecho con los desechos de las manzanas (también se puede hacer con otras frutas) que le dará a tu casa un aroma a otoño especiado y delicioso. Pequeñas manzanitas que decoran y aromatizan tus rincones, tus altares o tu mesilla de noche.
Para hacerlo vamos a necesitar ingredientes muy sencillos como peladuras o desechos de manzanas (yo las voy guardando en un bote en la nevera y cuando tengo varios, las uso), cola para madera, serrín fino y especias aromáticas. Para esta ocasión yo he usado la receta de especias molidas del puré de calabaza que contiene canela, jengibre, anís estrellado y clavo de olor. Para decorar, unos palitos secos y hojas pequeñas.
Puede usar también las manzanas que se han caído del árbol antes de tiempo o las partes mas feas de las manzanas compradas. Yo he usado la pulpa de las manzanas después de hacer zumo para vinagre (esa es otra receta que ya vendrá…). Después de exprimir y tamizar bien los restos de manzana (no hace falta triturarlos con batidora si no quieres, pero es una opción para que no queden tricitos muy grandes, Aunque podéis comprobar que a mi me encanta como quedan.
Aquí la cocina ya empieza a oler al dulce zumo de manzana…
Una vez bien escurrida la pulpa (este paso es importante, primero para aprovechar bien el zumo, y también para dejar la pulpa lo mas seca posible) vamos a mezclarla con los demás ingredientes. Ya sabéis que yo soy muy de hacerlo a sentimiento, sin medir. Vas añadiendo el serrín, la cola y las especias un poco al gusto hasta obtener una masa compacta y que se pueda modelar ligeramente.
Si, ya se que empieza a oler realmente delicioso, pero os recuerdo que es una receta de ambientador, ¡¡no es comestible!!!
Dejamos reposar la bolita de masa aromática bien tapada para que que no se nos seque mucho y procedemos a cortar los tallos de las manzanitas. Yo he usado ramitas de manzano, pero si prefieres usar palillos o incluso ramas de canela, doble dosis de aroma.
Y ahora solo nos queda hacer pequeñas bolitas de masa que dejaremos sobre un plato un poco engrasado para que no se pequen. Cuando la cola seque se podrán despegar perfectamente. A continuación aplastamos ligeramente la bolita y le colocamos la rama, dándole forma de manzana.
Os recomiendo no hacerlas muy grandes, para que no se deshagan y mantengan su forma al secarse (ya que reducen un poco su tamaño al deshidratarse y en el proceso se puede desprender algunos trocitos). A mi me gusta que se vean las pieles y las fibras de la manzana, pero tiene el inconveniente de que tienden a desprenderse trocitos en el proceso si no calculas bien la cantidad de cola.
Y para terminar, decorar la ramita con hojas pequeñas (yo he usado hojas de mi jazmín) pegadas con un puntito de cola blanca. Solo queda dejar que se sequen poco a poco mientras distribuyen su aroma por toda la casa.
Son bonitas, son aromáticas y hemos usado tan pocos ingredientes y tan baratos que casi se podría decir que es una receta perfecta. Y no hay que preocuparse porque se pudran ya que la cola y el serrín hacen que se mantanga la masa estable.
Una vez que pase la temporada o dejen de oler, notarás que se han quedado duras y algo encojidas. Puedes reemplazarlas o dejarlas como simple decoración. Yo tengo la casa llena de ellas, en los radiadores, las regalo en la noche de difuntos y hasta las uso de ofrenda. Puedes hacer una guirnalda con ellas o decorara tu mesa de otoño. Cualquier opción es buena para disfrutar del olor de estas pequeñas manzanas especiadas.
Os mando abracitos de manzana