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Generar recuerdos

El domingo es el día para generar recuerdos. Es el día de comer en familia, de compartir confidencias con los primos, de montar en bicicleta con papá. El domingo es el día de leer en la cama hasta tarde, de ver películas debajo de la manta y de encender el horno para hacer algo rico y a ser posible que tenga queso fundido.

A partir de ahora el domingo también va a a ser el día del cuento. Me he propuesto escribir todas las semanas un relato, cuento o simplemente pensamiento en este espacio, un poco en voz baja y un poco en secreto, solo para vosotros (o para mi misma la verdad!)

Hoy quiero hacer una reflexión sobre los recuerdos, sobre cómo se generan en nuestra mente y de cómo con el tiempo aprendes a reconocer los momentos que sabes que serán especiales aún cuando están ocurriendo.

Y el momento de la foto es uno de esos momentos. Sientes una burbujita en la base de la garganta que te aprieta un poco y que sabes que si la dejas salir te puede hacer llorar o reír a carcajadas, casi sin control.

Jugar con mis hijos me genera esa sensación muchas veces, y hablar con mi padre. O cuando una amiga me abraza sin avisar, o te cruzas la mirada con una persona desconocida cuando le cedes el paso.

Hay muchas clases de recuerdos, algunos de corto recorrido, como los ejemplos anteriores, y otros de larga distancia, como el día que pierdes a alguien querido, el día que ayudas a nacer a tus hijos o el día que dices por primera vez te quiero.

Yo guardo mis recuerdos de larga distancia en blanco y negro, como fotos en mi cabeza. Y a veces tiene un sonido, como el recuerdo de hoy que son risotadas y chilliditos que se acercan y se alejan, como columpiándose .

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