Al hilo de un paseo

Pasear es como tejer. Preparas todo antes de empezar y lo metes en una mochila como si fuera una bolsa de labor. Consultas un mapa como si fuera un patrón, y empiezas a dar pasos como si fueran puntos. Ves como avanza el tiempo, como cambia el paisaje y como crece el camino, como una larguísima bufanda.

Hace ya mucho años que empecé a escribir este blog, y lo llamé así, Paseando Hilos. Un poco como la metáfora del devenir de la vida y otro poco como la realidad de llevar la bolsa de tejer siempre encima.

Yo aprendía a tejer con mi madre y mis abuelas. De ellas recuerdo que lo primero que entraba en el bolso o en la maleta era un libro, la labor y algo de comer (una manzana o el quesito, envueltos en papel de plata). Ya fuera el viaje largo o a la vuelta de la esquina. Y esas cosas se quedan grabadas en el mapa de tu vida.

Aun hoy, cuando hago la mochila, meto al menos dos de esas tres cosas imprescindibles. Y lo de tejer no siempre viene conmigo. La dichosa pandemia que me quito el placer de tejer en el metro. Demasiado complicado todo entre geles, mascarillas, gafas que se empañan y ese paniquito en el cuerpo que aun tenemos un poco todos.

Otra de las razones es que cada vez siento más que coger las agujas es «mi momento del día» y no me apetece disfrutarlo entre pitidos de anden y frenazos. Y por ultimo y no menos importante, cuando es por trabajo, prefiero hacerlo en horario laboral, centradita en lo que hago y con el cuaderno anotando.

Y con todo esto he vuelto a disfrutar de andar, de pasear por el bosque o el parque sin mas pretensión que estar y ser. Oler, abrazar un árbol (si, yo soy de esas, ¡si ya lo sabíais!), recoger una piña, buscar en internet que nombre tiene esa flor rara y juntar piedritas del camino para luego crear algo. Tumbarme en el suelo, mirar el cielo y jugar con las manos en alto como una niña creyendo que puedo volar alto alto.

Placeres sencillos en apariencia y lujosos en esencia.

A veces me paro a dibujar o a escribir. Otras hago altares de flores y hojas. Y las muchas otras veces que solo cierro los ojos, respiro y escucho.

Yo que soy de campo más que las cabras, que tiro al monte en cuanto me sueltan, he encontrado una manera distinta y personal de naturar (toma palabro que me acabo de inventar). Porque llevar a los niños al parque es una cosa (que no me entusiasma mucho, todo hay que decirlo). Incluso salir con mis hermanas a pasear al pueblo es una cosa también. Pero el gozo de ir tu sola a encontrarte con la Naturaleza tiene pocas cosas que le hagan sombra.

Un baño de bosque, una grupo de encuentros en la naturaleza, una club de senderismo o un «me lio la madeja a la cabeza y me largo al parque más cercano que hoy no me aguanto ni yo misma» son la excusa perfecta para ese naturar.

Probadlo alguna vez. Tan solo tienes que meter en la mochila agua y algo de comer, calarte un buen sombrero, llevar calzado adecuado y cargar el móvil antes de salir (que ir a la aventura esta bien, pero no somos el Equipo A y queremos volver a casa enteras).

Busca buena compañía (yo salgo todos los meses con el grupo de Encuentros en la Naturaleza de Gestarte) que entienda que esto no es una competición ni una ruta del colesterol donde se habla y se anda como si te persiguiera el diablo. O sal tú sola.

Sin prisas, sin planear demasiado y sin intención mas allá de oxigenarte. Porque lo de conectarse con una misma, cargar las pilas verdes y sentir el pulso del mundo bajo tus pies no siempre ocurre, seamos realistas. Hay veces que la nube gris que te acompaña no te deja ver los árboles. Otras veces te distraes más buscando ese pajarito que te taladra el oido que con Instagram. Y otras tan solo te apetece recolectar moras y comértelas a la sombra.

Pero os aseguro que, como en lo de tejer, cuanto más lo haces mejor te salen los puntos y los pasos. Cuanto más sales más fácil es. Y el día que no es fácil, que te da pereza porque llueve, porque hay que madrugar, porque te pica el meñique o porque el peso del cosmos no te deja salir de dentro del pijama, solo tienes que recordar lo bien que te hace. Y entonces empiezas a preparara la mochila la noche de antes. Empiezas a planear que infusión te vas a llevar en el termo y te pones la alarma más temprano que cuando coges un avión por vacaciones.

Y vuelves un poco distinta cada vez. Yo diría que mejor. Con los puntos bien tejidos y sin demasiado cabos sueltos.

Nos vemos en el bosque, o en la tienda de lanas. ¡Feliz semana!

P.D: Aquí es donde os dejo las recomendaciones para hacer del paseo un puntito mejor:
Beneficios de los Baños de Bosque
Somos Naturaleza, un libro delicioso que explica que es el deficit de naturaleza y cómo combatirlo.
Las mejores aplicaciones para identificar plantas.
Guía de aves de SEOBirdLife
Guía de senderismo respetuoso

4 Comments

  • María Rodríguez

    30 de mayo de 2022 at 3:57 pm

    Justamente estaba buscando alguien que me informara sobre la MEJOR app para identificar plantas; pero que también incluyera las del Hemisferio Sur (concretamente me interesa América del Sur). Pero cuando quiero acceder a la primera app que ustedes mencionan (me parece que debe ser la mejor por eso está en primer lugar) no puedo hacerlo ¿Qué me sugieren? ¿Que vaya a Play Store? Gracias.

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    • Clara Montagut

      2 de junio de 2022 at 9:08 pm

      Quizá esa sea la mejor opción. A veces las aplicaciones dan problemas para usarse en algunas zonas, pero PlaNet me consta que funciona muy bien. Buena suerte

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  • Begoña

    31 de mayo de 2022 at 7:54 am

    Ay Clara, que bonito leerte de nuevo, muchas gracias, tu blog fue uno de los primeros que seguí, me alegra que vuelvas, en estos tiempos de velocidad trepidante tus palabras siempre reconfortan, un abrazo

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